Burbuja y supuestos abusos en el mundo del videojuego

Precios por las nubes, quejas por doquier… La fiebre de lo vintage ha superado todas las expectativas y se mantiene varios años después de su fulgurante despegue. Ahora a todo el mundo le ha dado por querer tener los juegos de su niñez en formato físico, bien para hacer bonito en la estantería, bien para -literalmente- momificarlos o bien para, sencillamente, jugarlos y evocar con ello épocas mejores.
Como no podía ser de otra forma esto ha llamado la atención de los especuladores, personas cuyo único interés es hacer dinero sea cual sea el medio para conseguirlo. Les da igual vender manzanas , calabazas, órganos , libros…lo importante es hacer negocio, algo perfectamente lícito que, sin embargo, esta terriblemente mal visto en este mundillo del videojuego clásico.
Este es el paisaje que se puede ver mayoritariamente en la actualidad entre los coleccionistas de sistemas de entretenimiento vintage y aquellos que intentan unirse a semejante hobby: usuarios que pagan cantidades enormes de dinero por juegos conocidos y con buena distribución que justifican su compra -como si por alguna extraña razón fuera necesario dar explicaciones- con un comentario que de tanto oírlo hasta hace daño: «He pagado el precio de mercado». También están aquellos que critican amargamente a los anteriores y lloran amarrados a una botella de whisky porque jamás podrán tener los juegos que ansían debido a los malvados vendedores, sus abusivos precios y la conjura interplanetaria de la que son objetos. Por supuesto también hay coleccionistas que no encajan en estos perfiles , que ni piden ni dan explicaciones y se limitan a actuar según sus principios, pero a ellos no va dirigido este articulo. Sus quejas, normalmente, no se oyen.
Y es que hemos llegado a un punto en el mundo del videojuego ciertamente peligroso, aquel en el cual una consola o título adquiere una dimensión que sobrepasa su propósito original -divertir- para convertirse en poco menos que un bien de primera necesidad. Una necesidad falsa que realmente es la principal causa de la brutal subida de precios que ha sufrido el medio en los últimos años, más allá de aquellos que han intentado ganar unos ingresos extra vendiendo juegos de saldo a precios estratosfericos. Ojo, no estoy hablando solo del mundo clásico: el empecinamiento en el ámbito del videojuego actual de comprar los juegos el día de salida y los abundantes DLCs, unidos al ansia completista del usuario no hacen demasiado bien a sus bolsillos y generan quejas que -como todas las lamentaciones sobre la situación de nuestro país- se limitan al ámbito de las redes sociales. Lloriqueo, lloriqueo pero pocas soluciones.
A título personal reconozco no entender las quejas, los sollozos y las excusas, sobre todo en lo que representa a los videojuegos vintage (con el videojuego actual es tan sencillo como esperar un par de meses y pagar solo por los DLCs que sean interesantes para notar el ahorro en el bolsillo). Mi repuesta a esta situación viene perfectamente explicada en un refrán bastante antiguo: «Ante el vicio de pedir esta la virtud de no dar»’
En los tiempos que estamos no puedo comprender tanta queja ante los precios de los videojuegos retro, sobre todo teniendo en cuenta que prácticamente todos están a disposición del usuario gracias a la emulación o -para los más puristas- en forma de los cartuchos flash y diversos accesorios que nos alegran la vida. Cualquier título clásico puede ser disfrutado por cualquier jugador, sea cual sea su nivel socioeconómico, con unos mínimos conocimientos y con un coste mínimo para su bolsillo. El problema real reside en que lo queremos todo en formato físico, a precio de saldo y en estado inmaculado tal y como se conseguía hace unos años.
Es importante que todos los aficionados al mundo del videojuego clásico asuman que se ha producido un cambio y que nada volverá a ser igual. Si el usuario es coleccionista debería tener paciencia, desarrollar su propio criterio y organizar sus prioridades en base a esas pautas, con la idea en mente de que todo al final acaba apareciendo al precio adecuado. Y si por cualquier motivo peregrino el artículo deseado no apareciese entonces debería decidir: alimentar esta burbuja de la especulación y pasar por el aro o enrocarse y pensar que, en el fondo, solo es un videojuego. Si por contra el usuario solo es jugador, su problema se limita a elegir entre la enorme miríada de opciones para disfrutar de sus títulos favoritos.
Ahora, por favor, que alguien me explique donde está el problema, ya que yo hace mucho tiempo que no lo veo. Será porque he asumido que, de cualquier manera, los tiempos de merendar sandwiches de Nocilla y estar toda la tarde jugando despreocupado no van a volver, por muchos sistemas originales que pueda tener y por muchas y placenteras sensaciones artificiales basadas en mi infancia que me puedan generar. El tiempo pasó y, al final, son solo eso…videojuegos.
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